viernes, febrero 09, 2007

Contra el elitismo en las artes marciales


Hay desde adolescentes hasta una hemosa niñita que tira patadas con toda seriedad, pero con una sonrisa. Es el taller de taekwondo, el arte de lucha coreano que desde hace un año coordina Leobardo García Rivas, quien no vive en el barrio, pero es vecino de la Industrial Aviación.

Leobardo siempre ha pensado que las artes marciales se han vuelto elitistas, caras, “pienso que para el salario de un obrero es un poco pesado hasta el costo del uniforme, más lo que se cobra de mensualidad en las escuelas de artes marciales”. Y que deberían ser una materia formativa a nivel popular, a nivel primaria, “para que podamos sacar buenos deportistas, pero sobre todo para que el alumno vuelva a adquirir una disciplina desde chiquito, una responsabilidad, sinceridad, honestidad, autoestima”.


Esto podría contribuir, dice, a paliar los efectos de la desintegración económica, moral y familiar que vivimos. “Muchas veces el papá y la mamá trabajan todo el día, y el niño crece solo o en la calle, y se vuelve un niño conflictivo”.

Leobardo agradece su confianza a los padres de familia. “Lo último que nos interesa en cualquiera de las artes marciales es golpear gente, lo último que nos interesa es la habilidad en el combate callejero, para lastimar a alguien. El combate deportivo es otra cosa, de eso sí se trata. […] queremos que adquieran una disciplina con base en el ejercicio constante. El espíritu del taekwondo no se ve ni se toca, solamente se siente”.

Como los demás profesores, a Leobardo la Casa le ha dado muchas satisfacciones: “una cosa muy bonita es que, por ejemplo, en la navidad pasada llegaron los niños con un pequeño obsequio, de acuerdo a su capacidad: con una paletita, un chocolatito; el día de San Valentín me trajeron un monito; eso es muy bonito”. También le complace que no los vean como “la escuelita donde voy si puedo, donde voy cuando tenga tiempo”; pues la mayoría de sus alumnos es muy constante, “la mayoría lo toma como la disciplina que es, el arte, la responsabilidad, la obligación y aquí los tenemos todos los días”.
Pero como otros profesores, también tiene necesidades que espera que satisfagan las autoridades del ramo:

"A mí me gustaría que nos pusieran una duela, porque el piso de aquí es muy frío y luego los niños se enferman. Claro, los padres de familia saben que esto es lo que hay, pero todos contamos con el apoyo de todos; eso también me da mucha satisfacción saben que la cooperación es baja, que la cuota es mínima pero que se enseña exactamente lo mismo que marca el plan de trabajo de Federación Mexicana de Taekwondo. […], y a mí me llena de satisfacción".

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