viernes, febrero 09, 2007

Un trabajo de entrega


Lupita es oriunda del Barrio de Tlaxcala, de aquí son sus raíces y su familia. Considera que su trabajo no es difícil, sino de entrega: “Si queremos lo que estamos haciendo, nada se nos hace difícil, pero si lo hacemos por obligación sí. Hay que hacerlo con gusto, no por percibir una paga. Muchas veces el dinero no nos da la satisfacción de servir bien a nuestros semejantes”.

Para la directora de la Casa todo consiste en “dedicación, esmero, sobre todo puntualidad, tratar bien a las personas, hacer un poco o un mucho de gestoría; porque no nada más es de estar atrás del escritorio vigilando quien entra y quien sale, hay que gestionar algunas mejoras para nuestra institución”. Y esa gestión, en gobierno del estado o en el ayuntamiento, nos cuenta, no es fácil, “porque a todo nos dicen que sí, entonces hay que seguir insistiendo, dando vueltas, invirtiendo tiempo y esfuerzo; pero finalmente, luego sí se nos otorga algo”.

También deberían estar presentes en la Casa la colaboración y la participación de la gente del barrio, pero no las ha habido, al menos no en todo lo que debieran: “vienen personas de muchas partes; tenemos alumnos del Saucito, de Jacarandas, de la Industrial Aviación, de las Terceras; pero de aquí de los habitantes del Barrio de Tlaxcala tenemos pocos. No sé por qué. Será porque hay otras instituciones que se dedican a esta labor”.

El cariño de Lupita por la Casa viene de su niñez, de su identidad con Tlaxcala. De su niñez recuerda la calle, “muy amplia, no estaba pavimentada, no había agua —la suficiente como ahora—; nosotros jugábamos en la calle a la cuerda, a juegos como los encantados, a la roña, a la víbora de la mar; todos los juegos infantiles pasaron por mí”.

Una actividad que mucho gustó fue la presentación de villancicos en la plazoleta del Carmen por un grupo de niños de la Casa de Cultura de Tlaxcala. “Aquí todos tomaron sus clases”, nos platica Lupita, “nada más que ya eran un poco grandecitos; entraron a la adolescencia, les empezó a cambiar la voz y por motivos de colegios y de horarios ya no pudieron seguir adelante”. Fue un momento muy especial que “el trabajo del maestro se estaba viendo a todas luces” y “el regocijo de los padres de familia de ver a sus hijas, a sus hijos, cantando ya en público”.

Un factor que mucho a contribuido al buen trabajo es el respeto que se da entre profesores y alumnos, entre los mismos profesores y con la directora de la Casa, quien dice nunca ha tenido “ni una pequeña ni grande dificultad”. A manera de estímulo, que no de sueldo, los profesores perciben el 80% sobre el ingreso mensual de sus talleres. El restante es para fotocopias y otros gastos pequeños.

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