miércoles, noviembre 22, 2006

El mestizaje

Si desde que se fundaron las historias de los barrios de Santiago y Tlaxcala han estado fundidas, con el correr de los años esta mezcla se ha hecho más fuerte —incluso se ha dicho que el jardín de Tlaxcala, al otro lado del Eje Vial, queda ya en Santiago— y los ha fusionado en una ciudad y en una cultura. En un principio uno fue pueblo de guachichiles y tarascos, el otro de tlaxcaltecas, pero muchos españoles y mulatos tuvieron casa o negocios en los pueblos del norte de San Luis. En varios archivos parroquiales se menciona a españoles viviendo en Tlaxcala o a tlaxcaltecas avecindados en San Luis Minas del Potosí.

Durante la época colonial quines trabajaban para la minería no pagaban impuestos, y por eso San Luis tenía sus privilegios, aunque la Corona siempre estuvo lista para cobrar impuestos a quienes se dejaran (cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia).

En 1710 los pobladores de Tlaxcalilla trataron de defenderse del cobro de tributo. El historiador Alejandro Montoya escribió que sus habitantes alegaron un arreglo de sus antepasados, los primeros pobladores de San Luis, con el virrey Luis de Velazco, “quien les había otorgado hidalguía perpetua, librándolos del cargo de pagar tributo”. Ah, pero los cobradores del Virrey respondieron que existían dudas fundadas sobre su origen.

La objeción se fundamentó en "que era muy difícil reconocer quiénes eran los verdaderos descendientes de los primeros tlaxcaltecas, porque con el transcurso de los años había llegado mucha población de todas partes”.

Y de ahí en adelante Tlaxcala es considerada no como barrio de indios, sino de mestizos, y como tal participante en la sociedad que en el siglo XIX empezó a llamarse México.

Francisco de la Maza nos cuenta que en su "Teatro Americano, descripción general de los reinos y provincias de la Nueva España", José Antonio Villaseñor y Sánchez menciona de San Luis que en 1746 “compónese su vecindario de un mil seiscientas familias de españoles, mestizos, mulatos y de indios”, y que “un poco más distante, por la banda del norte, está el pueblo de Tlaxcalilla, con ciento siete familias de indios; su parroquia es el convento de San Francisco y sus religiosos administran la feligresía en idioma castellano y mexicano”. El pueblo de Santiago le queda tan cercano, añade, “que sólo los divide un río” (p. 67).

Al terminar el siglo XVIII, según los datos de Nereo Rodríguez Barragán, otro historiador con nombre de calle (al menos en San Luis Potosí), la ciudad de San Luis Potosí tenía 11 mil 12 habitantes, de los que el barrio de Tlaxcala tenía 2 mil 230. En todo el estado había ya 36 mil 426 habitantes y comprendía una ciudad, 11 pueblos, cinco parroquias, 11 haciendas, 22 ranchos dependientes, 31 independientes, cuatro estancias, cinco conventos de religiosos, un colegio para mujeres y un hospital.

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